¿Qué es lo que ocurre cuando se corta?
1.Impacto en la estrategia general de la empresa
Cuando una empresa decide apagar el botón del marketing para “ahorrar”, en realidad está cortando el hilo que la conecta con el mundo. El marketing no es solo hacer publicidad o subir cosas a redes, es el alma comunicadora del negocio, la que traduce lo que hacemos en valor real para la gente.
Además, se deja de escuchar al mercado y se toman decisiones internas sin tener ni idea de lo que realmente necesita o espera la gente allá afuera. Y retomarlo después cuesta el doble.
2. Deterioro en la coordinación entre departamentos
Eliminar el marketing no solo afecta cómo te ven desde fuera, también revuelve las cosas por dentro. El marketing es ese pegamento que une departamentos, conecta ideas y alinea esfuerzos. Cuando se va, cada área empieza a caminar sola, como si jugara su propio partido: ventas va por un lado, producto por otro y atención al cliente queda volando. Nadie tiene claro el rumbo ni el mensaje.
Si hay que ajustar, se puede —con creatividad, estrategia y empatía—, pero mantener al marketing vivo, aunque sea en modo minimalista, es cuidar el alma colaborativa de la empresa.
3. Impacto en el departamento comercialSin marketing, se apagan los imanes que atraen clientes, se reduce el flujo de oportunidades. Las personas que están en contacto directo con los potenciales clientes tienen que remar mucho más para cerrar una venta, porque ya no llegan con interés o información previa, sino en blanco o, peor, ya conquistados por la competencia.
También se afecta la motivación del equipo: sin apoyo visible, sin herramientas frescas, sin contenidos para nutrir la conversación, se sienten solas en el campo de batalla. Y eso puede hacer que las ventas caigan justo cuando más se necesita sostenerlas. Si una se detiene, la otra pierde el ritmo.
4. Desalineación con otras áreas
Producto, atención al cliente, desarrollo, logística… nadie se salva. El marketing no solo “vende cosas”, también da sentido, dirección y contexto al trabajo de los demás. ¿Qué producto se lanza? ¿Cómo se comunica? ¿Qué valor se quiere transmitir? ¿Qué experiencia vive el cliente? Todo eso lo traduce el marketing.
Cuando no está, los departamentos empiezan a trabajar un poco a ciegas. Producto no sabe qué está pidiendo el mercado, atención al cliente no tiene guías claras de tono ni mensajes para calmar dudas, y desarrollo muchas veces crea cosas sin tener claro para quién o por qué. Se pierde esa mirada global que da coherencia a lo que se hace y cómo se entrega.
Además, desaparece ese impulso que anima a todos: ver una campaña lanzarse, una marca activa, un cliente entusiasmado. Cuando eso falta, el clima interno se enfría, y cada equipo termina “haciendo lo suyo”, sin conexión.
5. Reacción tardía al mercado
El mercado hoy se mueve a una velocidad de vértigo. Las necesidades cambian, los hábitos se transforman, lo que ayer funcionaba hoy ya no conecta. Y si no hay marketing, ¿quién está mirando ese movimiento? ¿Quién escucha al cliente, observa a la competencia, detecta nuevas tendencias o capta oportunidades?
Sin marketing, simplemente no vemos. Es como correr una carrera con los ojos vendados mientras las demás marcas cambian de zapatillas, de pista, ¡y hasta de reglas!
Nos volvemos lentas para adaptarnos, para innovar, para ajustar precios, lanzar productos o actualizar el mensaje. Y lo peor: podemos creer que todo sigue igual mientras allá afuera el mundo ya cambió. El marketing es como el radar de la empresa.
The cantilevered and stepped massing plays into the building’s sustainability benefits, as it forms balconies and green roofs that allow occupants fresh air and stunning views of the city.
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